Cada instante, un reto

viernes, 15 de enero de 2010

Ser niño otra vez

Es muy difícil (casi imposible) aprender a parar el tiempo para pensar en uno mismo. Para soñar. Para cerrar los ojos y tratar de descubrir quiénes somos cuando se cierra el telón. O quiénes fuimos cuando la vida era más agradecida.

Es muy difícil aprender a ser fríos e insensibles para ser tan útiles y rentables como las máquinas que, cada vez más, nos avasallan. Nos sustituyen. Es muy difícil acostumbrarse a ser el complemento, que no el sujeto principal. Y resignarse. Y no aspirar a nada que no tenga un valor o un precio en el mercado.

Es muy difícil callar para no molestar, ni ser molestado. Para no perder el tiempo, ni la compostura, ni el talante, ni las ganas de vivir. Y es que si hablas, incomodas, perviertes, desmientes, perturbas, acongojas, desvirtúas y emborronas tu derecho a ser feliz. Y, si sueñas… si sueñas, eres niño otra vez y es entonces cuando la inocencia vuelve a ser tu guía. Cuando todo vuelve a tener disculpa y justificación. Es entonces cuando paras el tiempo, cierras los ojos y echas la vista atrás…

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